Un secreto por Navidad

super (2)

 

 

 

Me gustaría contaros un secreto: Trabajo rodeado de superheroínas.

Y lo más curioso, lo más impresionante, es cómo mantienen oculta la identidad, sin antifaz o impostura añadida. Los vecinos de mis compañeras ni siquiera sospechan el inmenso alcance de sus poderes.

Trabajo con mujeres capaces de sentarse delante de un ordenador y lograr lo imposible con voz y dedos certeros. Ayudan a que se enciendan calefacciones, cuidan de la salud de desconocidos e incluso les ofrecen un colchón para descansar. Dan calor, luz, cobijo… sacan de todo tipo de aprietos; comprenden, aprenden, ofrecen el mejor asiento del espectáculo y cuando se cierra el telón, abren la puerta de los hogares.

Estas superheroínas maquillan la vida, redirigen las penas y reenvían alegrías. Se encargan de que todo esté en su sitio. De tan comprometidas, se casan en cada llamada telefónica (en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza), hasta que una nueva voz las separa. Son tan poderosas, tan todopoderosas, que después de resolver cientos de entuertos aún sacan tiempo para comprar el pan y hacer la colada.

Estoy aprendiendo de ellas, de su trabajo tan exigente como ubicuiscente, en el más estricto anonimato.

Así son mis compañeras de Teléfono Permanente: SUPERHEROÍNAS

 

Así, porque no hace falta capa, «S» sobre el pecho, ni músculos de acero para ser un héroe cotidiano, les deseo la gran Navidad que todas ellas se merecen.

 

Autor: Valentín Coronel

 

 

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